En el libro de Hechos de los Apostoles se nos narra las historia del cristianismo con sus primeros años de extensión. En Pentecostés se produjo el primer Avivamiento del cristianismo, y en el primer capítulo se nos narra las condiciones previas del Avivamiento.
Al principio del primer capítulo, Lucas, el autor del libro de Hechos, hace una llamada al evangelio que escribió con antelación. Lo primero que debes hacer para tener un Avivamiento en tu vida, o en tu Comunidad, es conocer el evangelio. Es lo primero de todo. El verdadero evangelio de Jesús tiene poder para transformar el mundo.
En los siguientes versículos habla de la promesa del Espíritu Santo (vv. 4-11). Las promesas de Dios nos sostienen en tiempos de debilidad o duda. Siempre son extensas en la Biblia y muy numerosas.
La tercera condición previa del Avivamiento es la oración continuada. Esto es importante. Así estaban los apóstoles, reunidos unánimes en oración (v. 14). No basta con orar cinco minutos al día. Dios nos marcará el tiempo necesario. ¿Por qué no una hora? Lo que sí sabemos es que hay que orar sin cesar (1ª Tesalonicenses 5;17). Más oración, más poder, menos oración menos poder.
Aún así a veces hay intentos fallidos. El Avivamiento en nuestra vida o en nuestra Comunidad puede tener varios intentos. Éstos pueden ser necesarios, pero nunca hay que dejar de buscar avivar el evangelio de Dios en nuestra vida y en nuestra iglesia, con compromiso y oración.
EL AVIVAMIENTO EN SÍ
Vemos en el capítulo 2 de Hechos que el Avivamiento empieza con un hecho milagroso (vv. 1-4). Algo hace Dios que cambia las circunstancias a raíz de un determinado hecho que sólo Él se encarga de hacer y provoca el Avivamiento en sí. Hubo un tiempo en el cristianismo europeo del siglo XIX, en el que se negaban los milagros del Nuevo Testamento y todo se reducía a la evolución de mitos antiguos. Aunque hoy en día casi nadie defiende esta posición entre los cristianos, este pensamiento ha calado bastante en el trasfondo del cristianismo europeo y ha llegado a ser un condicionante para la descristianización de Europa. El evangelio ha intentado ser mutilado en algunas partes, sin embargo no ha sido así en España.
Lo que sigue al hecho milagroso es la distribución masiva del evangelio (vv. 5-11). Una ciudad puede ser evangelizada en cuestión de días o semanas. Muchas personas creerán, pero todos escuharán. Ocurrió en Jerusalén y ha ocurrido en muchas otras ciudades a lo largo de la Historia. Esto no es tan difícil. Cuando una noticia corre de boca en boca, en poco tiempo puede llegar a toda una ciudad, y muchos pueden llegar a creer.
Es entonces cuando hay que tomar medidas concretas y organizar a la iglesia. A los nuevos convertidos habrá que enseñarles todas las cosas y asegurar su desarrollo espiritual. Entonces dará lugar a una Nueva Comunidad (vv. 42-47) que no tendrá nada que ver con lo que había antes.
Dios quiera que podamos vivir estas condiciones previas al Avivamiento, y después lo vivamos en nuestras vidas y en nuestra propia iglesia. Oramos para verlo pronto. Amén.